Teōtīhuacān, traducido libremente como “lugar de nacimiento de los dioses”, es una antigua ciudad mesoamericana situada en el Valle de Teotihuacan, México.
El desarrollo de Teōtīhuacān se puede rastrear en cuatro fases consecutivas distintas, conocidas como Teōtīhuacān I, II, III y IV.
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Durante la fase II (100 a 350 d. C.), la población de Teotihuacán se expandió rápidamente hasta convertirse en una gran metrópolis. En esta fase también se construyó la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna, la Calzada de los Muertos y la Ciudadela con el Templo de la Serpiente Emplumada Quetzalcóatl.
El trazado urbano de la ciudad presenta dos orientaciones ligeramente diferentes, resultado de criterios tanto astronómicos como topográficos. Anteriormente se pensaba que la parte central de la ciudad, incluida la Calzada de los Muertos, se ajustaba a la orientación de la Pirámide del Sol, mientras que la parte sur reproduce la orientación de la Ciudadela.
Sin embargo, un nuevo estudio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con la Universidad del Tepeyac (UT) y la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), sugiere ahora que la Pirámide de la Luna marcaba el eje de orientación astronómica de Teōtīhuacān.
El equipo descubrió que los vértices están alineados al noreste con el amanecer del solsticio de verano, y al suroeste con el atardecer del solsticio de invierno.
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En el día más largo del año, desde lo alto de la Pirámide de la Luna, el Sol sale al amanecer sobre el volcán Xihuingo (que funcionaba como observatorio para calibrar el calendario), mientras que al anochecer se pone tras el cerro Maninal, al oeste.
“El volumen de la Pirámide de la Luna establecía una relación proporcional con la delimitación perimetral del espacio. Esta frontalidad contenía las visuales a modo de eje longitudinal que remataba visualmente con las fachadas de los demás edificios”, explicó el investigador Montero García.